jueves, 29 de agosto de 2013

elMensaje

Aunque las paredes se derrumben.
Aunque la última luz se apague.
Aunque la luna ya no tenga sol.
Y aunque no me mires,
yo me quedaré viendo como sigues iluminando mi ciudad,
y como tus labios deletrean lo mismo de siempre.

Lamiseria

Y sin darnos cuenta nos convertimos en desconocidos. Que miserable coincidencia de extrañarnos hasta llegar al punto de olvidarnos, y que vago pensamiento el de querer borrarte de mis ojos
y
de
miboca.

aRoma

No lo conocí nunca. Pero con sus palabras me presentó hasta su sonrisa más falsa: tenía los labios partidos.

No soy buena con los títulos

En el barrio le decían "la negra". Le faltaban ambas paletas, y la mitad de sus muelas ya estaban desintegradas por una especie de caries asesinas. Todos los días salía a caminar por el parque Bustamente, esperaba encontrar a alguien para compartir una caja de vino, pero veía como sus sueños se iban enterrando cada vez más. En su perdida memoria, se autoproclamaba reina de un imperio fantasma, su sonrisa era de publicidad, y el Santa Helena lo bebía en una fina copa, rodeado por un grupo de amantes. iQué va! En nuestra desolada imaginación siempre el pan es mas sabroso.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La 103

Dicen que cada día, es una nueva oportunidad. Yo despierto, tomo desayuno, tomo la micro, le cedo el asiento a una vieja, estudio, vuelvo a comer y duermo. Llevo seis mil novecientos treinta y cinco días intentando vivir ese momento en que, insignificantemente, intentas darle un vuelco en tu vida, pero no entiendo por qué dicen esto. Nadie olvidará que vomité, la vez que me caí en plena Alameda, o que le pegué una bofetada a mi padre en Navidad. Nadie. Nadie quiere nuevas oportunidades para equivocarse. Mejor sigo esperando la micro, una ya se me pasó.

sábado, 24 de agosto de 2013

Corazón


-Y es que ya no quedan remedios para un corazón roto. Dicen que el dolor es inminente, que no quedan caminos para volver atrás, porque todos han sido destruidos. Dicen que no hay manera de reconstruir, de encontrar lo perdido, lo dejado en el olvido. También dicen que las heridas de guerra nos recuerdan lo valiente y capaces de amar que alguna vez fuimos, o lo que el destino quiso que fuéramos.
Pero yo digo que su sonrisa sigue siendo la droga para olvidar. Porque todo cambia su curso, es un mundo paralelo, donde no hay lugar para el miedo ni el dolor.
Semejante droga debería ser ilegal, porque me miente, y me secuestra. A veces me gustaría volver a donde estaba, pero siempre prefiero estar donde su compañía nunca me abandone, aún sabiendo que todo es una falsa realidad.
Prefiero quedarme aquí, total, allá dicen que no quedan remedios para un corazón como el mío.-

martes, 20 de agosto de 2013

Los años


Las horas pasaron, y el puntero de su reloj siguió avanzando. El sabor de su café se fue junto con su calor, y el humo del cigarro se perdió entre sus años. Ya no quedaba más que pensamientos en vano, todo se había marchado con un pesado engaño. Ni tiempo, ni olvido.

Tiempo


Ella siempre esperó que el tiempo le diera respuestas. Le preparaba un café, y dejaba en un plato las migajas de pan que sobraron del té.
Su rostro cambiaba junto con el tono de su piel, la intensidad de sus ojos y la verdad de sus palabras. Se le pasó la vida esperando una razón.
Y la única verdad fue que nunca hubo preguntas. 

Dos entradas al corto de las 17:30


Tarde de Sábado de Abril. Estoy en Santiago, en B.Aires, bien lejos, bien cerca,  y bien, gracias a Dios, supongo. No comprendo qué pasa por mi mente, hay algo que me obliga a sonreír, y resulta ser una sensación bastante acogedora o algo por el estilo. Camino un par de cuadras por Corrientes o Alameda, aún no sé dónde estoy pará’, pero me sigue gustando sentirme así de perdida, sonrientemente perdida.
A esta hora, las calles se llenan de problemas, de carcajadas, de señoras  comprando el pan a última hora, micreros echando unas cuantas chuchás’ y de repulsivas parejas caminando de la mano ignorando lo desastrosas que pueden ser sus vidas.  Salir en estos momentos, es como ir al cine, pero gratis,  y la mejor butaca es el paradero más rayado y con más chicles pegados en el asiento, y las cabritas pueden ser las migajas que encuentras en los bolsillos de ese roñoso polerón. Desde aquí puedo ver todo: un millón de momentos que viven por sí solos en cada corazón roto, en cada mente de los capitalinos; en ellos las emociones se pasean como Pedro por su casa. Me corroe la envidia, porque yo sigo aquí, en nada, dejando que el frío cale mis huesos, esperando que alguien venga por mí.
A ratos creo que soy la única alma viva en esta gran ciudad, pero no tengo corazón, no tengo ojos ni boca, tampoco un cuerpo que me aguante, en mil años lo tendré. Cada paso que doy es como una nueva vida que voy eligiendo, pero la pierdo con cada suspiro. Mejor espero sentada, de todos modos, siempre es mejor ver el drama o felicidad de los demás, que nuestro propio cortometraje.
Él viene por mí. “Al fin” repito una y otra vez en voz baja.
-“Esperé tanto tiempo, pensé que ya no me querías”. Le dije.
-“Soy capaz de entregarte mi vida. En cambio tú, siempre queriendo darme lo que no tienes”
-“Sólo tengo frío”.
Cada vez que toma mi mano, vivo un millón de explosiones, ni esta iluminada ciudad ha visto tanto brillo y color. Su mirada es lo único que me limita a quererlo más de lo anormal, a anhelar la utopía de su ser, a perderme en esos ojos de papel, en esa sonrisa que levanta al más muerto entre los vivos.  Me pasaría la vida entera así, pero esperar que el tiempo nos recuerde lo que somos, nos quitaría una eternidad de poder auto-proclamarnos los reyes del mundo.

Me niego a seguir admirando la realidad de ese mundo que está bajo mis pies. Como el pájaro que planea la ciudad buscando el corazón que perdió, seguiré buscando entre ellos lo que nunca he querido encontrar: mi vida, mi verdad. Dejando esta historia a un millón de años luz de lo que mi boca pueda contar.
Prefiero hacerme parte de esa excitante multitud, que seguir esperando sentada en un paradero intentando que el universo conspire a nuestro favor, o que mi cuerpo resista este engaño, porque sé que ese cielo que me dan a cambio es inigualable, es un mar de oportunidades, donde esa mirada de una ansiada esperanza estará siempre que sienta un  vacío, siempre que mi corazón se acobarde y cada vez que mis ojos no tengan la fuerza suficiente para brillar por ellos mismos.
Ese universo es el que será la banda sonora de mi vida, porque la única certeza que tengo es que cada persona que siente,  vive o muere, son parte de mí. Porque todos son mi verdad; porque por esta ciudad que cada noche muere, puedo respirar; por cada corazón roto puedo llorar; por cada reencuentro puedo sonreír; y por cada verdad, puedo vivir.